En los últimos meses, hemos presenciado el aumento de las demostraciones públicas de la extrema derecha, mientras se intensifica de manera paralela la represión sistemática contra la lucha antifascista. Este fenómeno no es fortuito. Se debe por un lado a una judicatura y una policía heredadas del franquismo y compuestas en su mayoría de elementos reaccionarios; y por otro, a la impunidad que se otorga a estos elementos de Extrema derecha por parte del Gobierno central. Una muestra de ello ha sido el reciente asesinato de un joven magrebí a manos de dos policías municipales en Torrejón de Ardoz, que se ha saldado con una detención express de cara a la opinión pública y la inmediata puesta en libertad de estos dos fascistas con placa.

El pasado 23 de mayo, unas 300 personas, la mayoría jóvenes, se concentraron bajo el lema “Joven español, defiende tu nación”, en una manifestación convocada por Falange Española. La movilización fue secundada por otros grupos de extrema derecha como Núcleo Nacional, y organizaciones como España 2000 o Democracia Nacional. Esta manifestación fue un acto de exaltación fascista donde se entonaron cánticos franquistas, se realizaron saludos nazis y se lanzaron mensajes homófobos y xenófobos. Estas expresiones no surgen de forma espontánea. Detrás de ellas hay una estrategia política: ocupar el espacio público, normalizar su discurso de odio y agitar un clima de enfrentamiento contra la izquierda, las mujeres, el colectivo LGTBI y las personas migrantes.

Sin embargo, lo sorprendente no es que los fascistas actúen como fascistas. Lo sorprendente, e inaceptable, es que estas manifestaciones cuenten con la permisividad del Gobierno central, autodenominado de palabra antifascista y progresista, pero que, en los hechos, en lugar de prohibir este tipo de actos abiertamente antidemocráticos, les otorga permisos.

A pesar de que con estas políticas, Pedro Sánchez y Grande-Marlaska le pongan una alfombra roja a estos neonazis, cientos de activistas dimos respuesta a estas provocaciones, impidiendo que terminaran la manifestación en donde pretendían. Nos movilizamos en la plaza de Tirso de Molina al grito de “Fuera fascistas de nuestros barrios”, demostrando cómo la lucha antifascista se da también en las calles, a través de la acción organizada y unitaria de la izquierda.

Además de aquella manifestación ultra, durante el último mes se han contabilizado al menos otras tres concentraciones neonazis más. Pero sabemos bien que no se trata de nada nuevo. Son los herederos políticos de los camisas pardas y los falangistas de los años 30. Si en su momento señalaban a los comunistas y los judíos como responsables de todos los males de la clase trabajadora, para dividir a nuestra clase y debilitarnos; hoy señalan a los inmigrantes, a las feministas y al colectivo LGTBI. Eso sí, tanto antes como hoy, profesando un anticomunismo furibundo. Y esto, con el objetivo de desviar la atención de los verdaderos responsables: los especuladores, los grandes empresarios y sus representantes políticos.

En resumen, tenemos claro lo que son: los mamporreros del sistema capitalista, la peor expresión de su violencia y putrefacción.

Precisamente por esto que representan los fascistas, el Gobierno del PSOE-Sumar, baluarte de la estabilidad capitalista, permite su actividad mientras incrementa la represión a la izquierda, especialmente entre la juventud. No solo se trata de la infiltración policial repugnante en movimientos como el de la vivienda o el de Palestina, de las cargas policiales indiscriminadas en diferentes movilizaciones, sino también de dar carta blanca a montajes políticos para atemorizar a las y los activistas. Ese es el caso de las 7 de Somosaguas, las 6 de Zaragoza, las 6 de La Suiza o las 4 de Rebeldía.

Desde el Sindicato de Estudiantes seguimos exigiendo el cese inmediato de Grande-Marlaska y de Francisco Martín Aguirre, Delegado de Gobierno en Madrid; últimos responsables de la impunidad a las bandas fascistas combinada con la represión a la izquierda. Llamamos a la juventud y a los activistas de la izquierda a la máxima combatividad y movilización contra la extrema derecha y la represión política a la izquierda que lucha.

¡Basta de represión! ¡No pasarán!