Con una fuerte participación, Alfonso Rueda pudo retener por quinta vez consecutiva la mayoría absoluta del PP. El gran ascenso del BNG no compensó el varapalo que recibe el PSOE, con sus peores resultados registrados en Galiza, y la humillante derrota de Sumar y su lideresa Yolanda Díaz. Un aviso para navegantes: las políticas de la izquierda gubernamental, colmadas de propaganda vacía y brindis al sol, ni convencen, ni movilizan.
El candidato del PP obtiene 40 escaños, dos menos que en 2020, pero un resultado que está lejos del que apuntaban numerosas encuestas. Vox, con un 2%, se mantiene fuera del Parlamento gallego.
Es cierto que el Partido Popular lo ha pasado mal en esta campaña. Los datos que manejaban adelantaban un resultado ajustado y, en su estilo clásico y caciquil, en la última semana se emplearon a fondo: comunicación de subidas salariales vía móvil a los y las profesionales sanitarios, ingresos de 550 euros directos en cuenta a mariscadoras con el correspondiente mensaje al móvil de la Xunta, renovación automática y gratuita de licencias de caza a mayores de 65 años, etc.
Pero lo cierto es que el PP ha conseguido una gran movilización en las urnas y mantener, pese a tantos años en el poder, una base de apoyo muy amplia, especialmente entre sectores de las capas medias que siguen viviendo bien y prosperando. Pensar solo en una lectura “gallega” de estos resultados es demasiado complaciente. La tendencia marcada en las autonómicas y municipales de mayo de 2023 se profundiza.
Avance contundente del BNG y catástrofe de la izquierda gubernamental
El resultado del BNG, que aumenta un 50% su apoyo electoral y consigue 25 escaños, es realmente contundente. Este ascenso refleja un voto de protesta por la izquierda de cientos de miles de trabajadores y jóvenes, y manda un claro mensaje de castigo a la gestión del Gobierno central de PSOE y Sumar.
El Bloque se ha visto como la herramienta más útil para golpear a la derecha. Ha aumentado en más de 155.000 sus votos de hace cuatro años, y no solo absorbe la caída del PSdG y de Sumar y Podemos, sino que recoge otros más de 87.000 de nuevos votantes y abstencionistas. Es significativo que la intención de voto al BNG de los jóvenes entre 18 y 24 años fuera del 45,3%.
La vinculación del BNG con el movimiento obrero a través de su sindicato, la CIG, su presencia más activa en los movimientos sociales, la reivindicación de la lengua… les ha dado una credibilidad mayor.
Por otro lado, el Partido Socialista de Galiza se hunde y obtiene los peores resultados de su historia. Un mensaje claro para Pedro Sánchez y su manera de entender las “políticas de izquierda”: mucha propaganda pero nada sustancial para acabar con los recortes en sanidad y educación, garantizar el acceso a una vivienda pública en condiciones dignas o distanciarse de la agenda del imperialismo estadounidense.
El palo monumental a Yolanda Díaz y Sumar, 28.171 y un 1,9%, responde a diferentes factores obviamente. Pero no tiene nada que ver con su falta de implantación territorial. Esta excusa no sirve. Podemos no tenía implantación territorial y fue capaz de obtener resultados espectaculares en todo el Estado, incluida Galiza, Euskal Herria y Catalunya, porque expresaba un anhelo de enfrentar a la casta y el régimen del 78 apoyándose en una gran movilización de masas.
Yolanda Díaz ha querido hacer gala de su “galleguismo” y no ha desaprovechado oportunidad alguna en campaña para alabar al “patrón”, Amancio Ortega. Lo que ha quedado claro es que decenas de miles de militantes de la izquierda, del sindicalismo combativo, de los movimientos sociales, de jóvenes de barrios obreros... la ven con enorme desconfianza. Y esta derrota certifica que el proyecto de Sumar es un timo total.
En cuanto a los 3.850 votos cosechados por Podemos la lectura también es clara. Si se piensan que pueden volver a llenar el espacio a la izquierda del PSOE recurriendo a discursos radicales de última hora están equivocados. A pesar de este lenguaje muy rojo ahora, cuando fueron parte del Consejo de Ministros también blanquearon las políticas del PSOE. Defendieron la gestión del primer Gobierno de coalición hasta la muerte y cedieron en aspectos fundamentales.
Algunas conclusiones
Con el 67,3% de participación, ocho puntos más que en 2020, el bloque de la derecha logra el 51,3%. El bloque de la izquierda el 47,77%. Es decir, la fuerte polarización social y política no se ha detenido.
Como decíamos anteriormente, las elecciones gallegas señalan el horizonte para una izquierda gubernamental que se autoerige en azote de la derecha y la extrema derecha pero, en la práctica, gobierna para el Ibex35 y abandera la senda de los recortes sociales. La victoria in extremis y por escasos escaños de Pedro Sánchez el 23J se produjo gracias a la movilización y conciencia de millones que queríamos cerrar el paso a la ultraderecha, pero no era un cheque en blanco.
El espacio a la izquierda de la socialdemocracia existe y es grande, pero para desplegar toda su fuerza es necesaria una política consecuente y revolucionaria. Hemos aprendido muy duramente con la experiencia de Podemos que no vale con gestionar las migajas del capitalismo, hay que romper con él. Y no hay terceras vías: tenemos que defender una política, en el parlamento y en la calle, en los sindicatos y movimientos sociales, que confronte sin complejos con los grandes poderes económicos y políticos que sustentan el régimen del 78.
La participación en los Gobiernos con la socialdemocracia se ha comprobado que es un camino para el desastre más completo. No todo vale. Y esta es una lección clave.
Afíliate a Esquerda Revolucionaria y construye las fuerzas del comunismo revolucionario en Galiza.