La madrugada del  martes un compañero, Eduardo,  de la empresa SIASA, de 62 años y trabajador en el astillero de Puerto Real, pagó con su vida la degradación de nuestras condiciones de trabajo.

Los comunicados oficiales y la prensa hablan de “accidente” pero para nosotros no lo es. En realidad se trata de un asesinato provocado por la precariedad a la que nos ha llevado la sed empresarial de más y más beneficios, que sacrifica la seguridad laboral a la productividad, aunque sea a costa de nuestras vidas.  Tal como nos recuerda un compañero de plantilla que llegó a decir un ingeniero de producción de Navantia: "Los tiempos en que la seguridad paraba a la producción han pasado a la historia".

Así que no es aceptable responder a esta muerte de forma rutinaria. No basta con limitarse a que en vez de un día de luto sean dos.  Hay que atacar la raíz del problema. Necesitamos con urgencia que se acabe de una vez por todas con unas condiciones laborales que provocan la insoportable siniestralidad que padecemos.  No hacerlo seguirá costando más vidas humanas.

Esta muerte tiene responsables: los empresarios de la industria auxiliar y la dirección de Navantia, que también es responsable porque promueve y se beneficia de las jornadas agotadoras, de los incumplimientos del convenio colectivo y de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL), y de todos los abusos patronales que tenemos que sufrir cada día. Unos y otros llevan años degradando y empeorando las condiciones laborales de los trabajadores del sector naval. ¡Hay que decir basta!

El paso fundamental para acabar con esta sangría de vidas obreras tiene que ser la contratación directa por Navantia de toda la mano de obra que necesite. Esta es la única manera de mejorar las condiciones de trabajo y crear un entorno laboral seguro, en el que no nos tengamos que jugar la vida para llevar a casa un salario que cada día es más insuficiente.

La subcontratación es una actividad parasitaria, un nido de corrupción, una fuente de los peores tipos de explotación laboral. ¡Tiene que desaparecer ya!

Los trabajadores y trabajadoras del metal de Cádiz demostramos hace pocos meses que tenemos la fuerza, la decisión y la unidad necesarias para poner fin a esta situación de explotación. Nuestra lucha fue apuñalada por la espalda por los dirigentes sindicales de CCOO y UGT, que han olvidado que deberían estar al servicio de su clase en lugar de actuar como peones obedientes de la patronal y del Gobierno, y que permiten pasivamente, si no encubren, el incumplimiento sistemático del convenio y de la LPRL con dramáticos resultados como este. Como estamos comprobando, el precio de esta capitulación ante los intereses de los empresarios del metal lo pagamos los trabajadores y trabajadoras del sector.

Compañeros y compañeras: luchemos para que este tipo de  muerte sea el último en nuestros astilleros. No podemos esperar que la patronal, la autoridad laboral o las cúpulas sindicales vengan a solucionar los problemas que ellos mismos han creado. Necesitamos organizarnos y construir un sindicalismo comprometido, de clase, democrático y combativo, para impulsar una movilización contundente y decidida que ponga fin a esta situación inaguantable.

Por eso mismo, desde CTM, CGT y la Confluencia Sindical no nos resignamos, y planteamos que el mejor homenaje a nuestro compañero es continuar la lucha, convocando una manifestación de repulsa contra esta nueva muerte, contra este crimen, y contra los responsables de la misma: los empresarios y la patronal del metal y Navantia.