El 4 de septiembre VOX organizó en el Congreso de los Diputados unas jornadas tituladas “Ideología de género y denuncias falsas”. Bajo este eslogan envenenado, la extrema derecha desplegó una vez más su discurso reaccionario y negacionista, culpando a las mujeres de mentir, desacreditando la Ley contra la Violencia de Género y presentándose como defensores de los hombres supuestamente perseguidos.

Esta campaña no es nueva: es parte de una ofensiva machista, donde el objetivo es dinamitar las conquistas del movimiento feminista, atacar los derechos de las mujeres y blanquear la violencia machista.

 Vox como abanderado de la reacción en el Estado español

VOX es el abanderado de la reacción y del fascismo en el Estado español. Su discurso mezcla el machismo más rancio con el nacionalismo españolista, la xenofobia, la lgtbifobia, etc. Cada una de sus propuestas es un ataque directo contra los y las oprimidas: niegan la brecha salarial, se oponen al derecho al aborto, criminalizan a las personas trans y llaman “chiringuitos” a los servicios de protección a las víctimas. Este discurso conecta con una estrategia internacional de la extrema derecha, que tiene como objetivo aplastar a la clase trabajadora y a los sectores más vulnerables de la misma.

Pero la hipocresía de VOX se desenmascara sola. Apenas unos días después de estas jornadas, la policía detenía al alcalde de Villacastín (Segovia), de VOX, acusado de agredir a su mujer. Un caso que demuestra, una vez más, que la violencia machista no es una “invención”, como ellos repiten, sino una realidad brutal endémica del sistema capitalista. Mientras ellos montaban conferencias sobre “denuncias falsas”, uno de sus cargos públicos agredía a su pareja. No es un hecho aislado: es la confirmación de que quienes niegan la violencia machista no son más que parte del problema, que ampara y protege a los agresores.

Desmontar mentiras

Las cifras oficiales son claras: en 2024 se presentaron casi 200.000 denuncias por violencia machista, y menos del 0,01% se investigaron como posibles falsas. El mito de las denuncias falsas es una mentira consciente, diseñada para sembrar la duda sobre las víctimas y deslegitimar sus testimonios. Cuando un caso se archiva no significa que fuera falso: la mayoría se archiva por miedo de las mujeres a seguir adelante a causa de la revictimización que sufren en juzgados y comisarías. VOX quiere ocultar que miles de mujeres viven atrapadas en un sistema que las silencia, que las precariza y que las abandona a la violencia.

Frente a esta ofensiva reaccionaria, ¿qué ha hecho el PSOE? Lejos de plantar cara, el Gobierno permitió que VOX celebrara estas jornadas en el Congreso. Una concesión gravísima que les brinda una plataforma institucional para difundir odio y negacionismo. Mientras tanto, Sánchez y su partido se llenan la boca hablando de “antifascismo” y “feminismo”. Pero sus políticas reales son otra cosa: recortes en servicios públicos, falta de recursos para casas de acogida, leyes sin financiación, cesiones continuas a la derecha. En definitiva: gestos simbólicos y declaraciones altisonantes, mientras en la práctica no hace nada para frenar el avance del fascismo.

El PSOE se presenta como un muro contra la ultraderecha, pero en realidad su estrategia consiste en convivir con ella y normalizar su presencia. Lo hemos visto en el terreno internacional: mientras Pedro Sánchez, reflejando la presión del movimiento de masas, denuncia el genocidio en Gaza, plantea el embargo de armas o la expulsión del Estado sionista de las competiciones deportivas en la práctica sigue cediendo a las presiones de los grandes bancos y empresas españolas que invierten en la industria militar sionista y se benefician del genocidio, que ya se están moviendo intentando que el embargo de armas prometido se quede en palabras y que el Gobierno no escuche el clamor social exigiendo la ruptura total de relaciones comerciales y diplomáticas.  

En otros terrenos como el racismo y la inmigración, la lucha contra la transfobia o incluso la propia violencia de género, el PSOE no solo mira hacia otro lado, sino que le abre la puerta a la demagogia reaccionaria de PP y Vox. El Gobierno PSOE-Sumar apoya las políticas de la UE de perseguir y deportar a las  personas migrantes a campos de concentración en terceros países, mantiene la reaccionaria y racista Ley de Extranjería y firmó este mismo año un acuerdo con Junts sobre inmigración que incluye muchas de las mismas medidas y prejuicios racistas que plantea la derecha. Las tránsfobas del PSOE ocupan posiciones dirigentes y vomitan su bilis y prejuicios cada 8M contra las personas trans. Durante la propia votación en el Parlamento que acabó con la ley del solo sí es sí el PSOE desempeñó un papel lamentable, repitiendo muchos de los argumentos de la reacción, y votando con PP y VOX para que esta conquista histórica del movimiento feminista fuese eliminada.  

La decisión de otorgar espacios en las instituciones a Vox, permitir que conviertan el Congreso en altavoz del machismo más rancio y del odio a las mujeres forma parte de estas posiciones de antifascismo de postureo, de decir una cosa y hacer otra… que contribuye a legitimar un discurso que ataca derechos conquistados con años de lucha en las calles. No basta con discursos “contra la violencia de género” o con campañas publicitarias mientras, al mismo tiempo, se permite a VOX cuestionar públicamente la existencia misma de la violencia machista.

Ante el ascenso de la extrema derecha a nivel internacional: movilización y organización, feminismo combativo y revolucionario.

El ascenso de VOX no puede explicarse sin la crisis capitalista que atravesamos. Millones de jóvenes y trabajadores sufren la precariedad, el paro, los alquileres imposibles, los recortes. El fascismo crece cuando no hay una alternativa firme que dé respuesta a los problemas de la mayoría. Y ahí la socialdemocracia tiene una responsabilidad enorme: con sus políticas de gestión del capitalismo, han desmoralizado y debilitado al movimiento, permitiendo que la reacción gane espacio.

Ante esta situación, no podemos confiar en instituciones que legitiman a VOX ni en leyes que se quedan en papel mojado. Solo hay un camino para frenar a la ultraderecha: la movilización en las calles y la organización de lucha. La historia demuestra que al fascismo no se le derrota en los parlamentos, sino con la lucha de masas, con la unidad de la clase trabajadora y de la juventud.

Nuestra alternativa es el feminismo revolucionario, combativo y anticapitalista. No un feminismo de marketing ni de cuotas ministeriales, sino un feminismo de lucha, que une la batalla contra el patriarcado con la batalla contra el sistema que lo sostiene: el capitalismo. Queremos refugios suficientes y vivienda pública y gratuita para las víctimas, empleo digno y recursos para romper la dependencia económica de los agresores. Queremos educación sexual integral e inclusiva en las aulas, acabar con los privilegios de la Iglesia y depurar a jueces, policías y políticos que sostienen el machismo.

Frente al odio de VOX, y la hipocresía del PSOE, levantamos un feminismo de clase, que no se arrodilla ni se vende, que lucha junto a todas y todos los oprimidos y explotados por una sociedad socialista, libre de violencia. Solo la fuerza organizada de los trabajadores y la juventud, la movilización masiva en las calles y la defensa firme de un programa revolucionario y socialista pueden frenar el avance de la ultraderecha.